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Foto del escritorLic. Franco Della Vella

"La Tecnopolítica: ¿Afecta el resguardo de nuestros Sistemas Democráticos y Ambientales? "

Colabora: Lic. Franco Della Vella, Profesional Politólogo, Maestrando en Estudios Electorales (Escuela de Política y Gobierno, UNSAM), Investigador en el Observatorio Social y Político, Docente en la Facultad de Humanidades (UNMDP) con gran vocación por un mundo mejor.


Los avances tecnológicos revolucionan nuestras vidas cotidianamente: utilizamos aplicaciones en el celular, en la Tablet y los Smart TV, consumimos y producimos en formato Streaming, alojamos nuestra información en "la nube" y como resultado cada día que pasa nos encontramos más insertos en este ecosistema digital (incluso en este momento, estas leyendo una bitácora online). La tecnología se torna de uso obligatorio y su relación con el ambiente y la democracia no nos puede ser ajena. El uso de los recursos naturales, como el agua, por parte de las grandes empresas tecnológicas y el impacto de la tecnología sobre los regímenes políticos en casos como el Brexit Británico (2016) o en las últimas elecciones presidenciales estadounidenses (2020) son cuestiones que necesariamente deben tenerse en cuenta si pretendemos cuidar el planeta y no erosionar la democracia.



Particularmente, en la actualidad asistimos a un uso cada vez mayor de la inteligencia artificial en diferentes áreas como la comunicación de las grandes empresas con sus clientes, las recomendaciones personalizadas para los consumidores y los procesos electorales. Todo ello no sería posible si no fuera gracias a una infraestructura mundial que se compone de enormes centros de datos y millones de kilómetros de cableados, algunos que incluso atraviesan los océanos y conectan distintos puntos del planeta. Esto se traduce en una gran cantidad de computadoras que funcionan durante las veinticuatro horas, cuyo consumo energético es cada vez mayor.

Es así que, para seguir funcionando correctamente y no sobrecalentarse, estas máquinas tienen que ser refrigeradas de algún modo. Los sistemas de ventilación, como los que llevan nuestras computadoras domiciliarias, resultan muy caros y complejos por lo que resulta más económico y sencillo enfriar los procesadores con agua. Sin contemplar los recursos hídricos consumidos en la generación de la electricidad que alimentan los servidores ni en los procesos de fabricación del hardware, según cifras publicadas por Google, el consumo de agua de la empresa aumentó un 20% en 2022 y el de Microsoft, dueña de un 75% de OpenAI (los creadores del reconocido Bot conversacional ChatGPT), un 34% en el mismo periodo.

En un informe denominado "The environmental footprint of data centers in the United States" de la IOPscience que realiza la revista académica de investigación ambiental de los Estados Unidos, se detallan las huellas de carbono y la cantidad de agua utilizada en los grandes centros de datos de dicho país. Según la misma, una quinta parte de la huella hídrica directa de los servidores de centros de datos de los Estados Unidos proviene de cuencas hidrográficas con estrés hídrico de moderado a alto, mientras que casi la mitad de los servidores funcionan total o parcialmente con plantas de energía ubicadas en regiones con estrés hídrico. Ello viene suscitando preocupaciones, debates y grandes interrogantes en sus comunidades y zonas aledañas.



Este crecimiento del uso de recursos naturales para el funcionamiento tecnológico está intrínsecamente vinculado con las Democracias Contemporáneas. El incremento exponencial en la incorporación de tecnología para el desempeño de las Instituciones Políticas de nuestros Sistemas Democráticos, como así también para el desarrollo de campañas electorales, trae aparejados nuevos fenómenos que deben tenerse en cuenta y analizarse con suma cautela. Algunos de ellos son:


  • El uso del Big Data para la estrategia de microsegmentación de las campañas electorales.

  • La utilización de mecanismos de desinformación o manipulación de la información para influir en la voluntad política de las personas (tales como trolls, bots o fake news)

  • La comunicación algorítmica en los partidos políticos a través de la automatización de producción y circulación de mensajes.

  • La extraterritorialidad de las redes por la naturaleza global de las plataformas (Facebook, Instagram, X, Tik-Tok, Telegram, etcétera) que diluyen las categorías de frontera o jurisdicción y dificultan la aplicación del derecho interno de los Estados a las empresas multinacionales y/o a usuarios que violen las normas desde el exterior.

El uso de la tecnología al servicio de campañas de desinformación y manipulación de la información y la dificultad para regularlas tienen efectos profundos sobre las democracias. Por un lado, afectan la integridad del debate público al generar desconfianza, deslegitimar actores e instituciones. Por otro, también contribuyen a la polarización, este círculo se ve retroalimentado ya que las sociedades polarizadas son terrenos más fértiles para la desinformación. A su vez, la robotización de la comunicación política rebaja el nivel de los debates y le resta autenticidad al vínculo entre representantes y representados. 



Existe un consenso mayoritario entre los especialistas de las materias que tanto el cuidado del ambiente como el resguardo de nuestros sistemas democráticos, y el diseño y ejecución de medidas que ayuden a mitigar su impacto, se tratan de problemas de acción y coordinación colectiva en donde intervienen múltiples actores, como las autoridades políticas y electorales, las empresas y las familias. El cuidado de nuestros recursos naturales y la utilización de la tecnología en aras del progreso y la mejora de nuestros sistemas políticos es una tarea que nos atañe a todos #porunmundomejor.

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